Reactivación con enfoque de género

Reactivación con enfoque de género

Hay amplia coincidencia en que la crisis económica causada por la pandemia ha afectado particularmente a las mujeres. Cifras del INE, de marzo pasado, advertían que la participación laboral femenina había caído al 46%, la misma cifra que hace diez años, desde un máximo histórico de 53,3 %. Un reciente informe de CLAPES UC advierte también que las mujeres han recuperado una menor proporción de los empleos perdidos y se ubican más lejos del nivel de empleo previo a la pandemia respecto de los hombres. A ello se debe sumar, por cierto, la forma en que la suspensión de salas cuna, jardines infantiles y colegios ha incrementado la carga laboral doméstica de las mujeres, debido a la persistencia de una profunda brecha en materia de corresponsabilidad.

No es evidente, tampoco, que un alivio en la percepción de la economía, ligado al progreso en la vacunación y la flexibilización de los confinamientos, se traduzca de manera automática en una mejora de estos índices. Algunos de los sectores más retrasados en la recuperación del empleo, como los servicios personales, están precisamente entre los más intensivos en ocupación femenina.

En este contexto, dos destacadas economistas, Valentina Paredes y Andrea Repetto, directoras de Espacio Público, han hecho notar la necesidad de ofrecer un apoyo específico, en el marco de las políticas de reactivación, a los sectores productivos donde la participación de las mujeres es más significativa. Mencionan, por ejemplo, áreas como el turismo y la hostelería, donde los perjuicios causados por los confinamientos se suman a las dificultades propias de la estacionalidad, y el ámbito ligado al cuidado y la enseñanza.

Si consideramos que el impulso estatal a la reactivación ha estado vinculado tradicionalmente con las obras públicas, que son áreas más intensivas en empleo masculino, esta perspectiva obliga a redefinir el criterio tradicional que suele guiar dichas inversiones. En Estados Unidos, la senadora Elizabeth Warren lo ha definido con meridiana claridad: “La infraestructura básica, como carreteras y puentes, permite que las personas se pongan a trabajar. El cuidado infantil, como el cuidado en el hogar y en la comunidad, también es una infraestructura crítica para los padres y las familias que trabajan”.

Es cierto que la evolución de la ocupación femenina a corto plazo está vinculada de manera inevitable con la apertura de colegios y jardines. Pero la evidencia de que la recuperación del empleo será una tarea de largo alcance, y la necesidad de volver a reducir la brecha de género en este ámbito, obligan a considerar nuevas formas de abordar dichos problemas. Al menos de manera paralela a la utilización del enfoque de género en los subsidios. Políticas activas e innovadoras para impulsar la reincorporación femenina al mercado laboral no sólo son necesarias para una efectiva recuperación de una economía como la nuestra, basada en los servicios. También son una condición ineludible para progresar en igualdad de derechos, equidad y autonomía personal.

“Para impulsar la reincorporación femenina al mercado laboral se requiere de políticas activas e innovadoras”.