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Pensiones, vacunas e izquierda

4 de julio del 2024


Pensiones, vacunas e izquierda

Pensiones, vacunas e izquierda

Enfermedades como el covid, la influenza o la causada por el virus sincicial nos enseñan la importancia de las campañas de vacunación: son la manera correcta de evitar una pandemia porque atacan el problema en su origen. Mejorar la capacidad de respuesta del sistema de salud, aumentando el número de camas criticas y comprando más ventiladores, ayuda a enfrentar la emergencia reduciendo el número de muertes, pero no evita la crisis sanitaria.

De esto podemos aprender para la reforma de pensiones: se sabe que necesaria y urgente, pero debemos resolver el problema de las bajas tasas de reemplazo (baja pensión comparada con los últimos sueldos) en su origen. La solución es ahorrar más y disminuir la informalidad laboral que actualmente es del 30%. Dadas nuestras expectativas de vida, ahorrar un 10% del sueldo es muy poco; debemos subir la tasa a 16% y, además. asegurarnos que todos los trabajadores coticen, especialmente las mujeres.

La emergencia es que hay personas que ya jubilaron o están próximas a hacerlo y que por su edad no alcanzarán a ver un alza en su tasa de reemplazo. Son aquellos que no se vacunaron a tiempo y ya están contagiados; para ellos hay que aumentar el número de camas criticas.

La izquierda insiste en usar parte del alza en la tasa de cotización para subir las pensiones de este grupo, o sea, hacer redistribución con parte del ahorro adicional. Esto es equivalente a cobrar por dos dosis de vacuna, inyectar solo una y usar el resto de la plata para la reconversión de camas. El problema es que al atacar la emergencia con los aportes de los trabajadores que sí cotizan y hacer de ésta una política permanente se incentiva la informalidad. Es un impuesto al trabajo formal.

Dado que el Estado no tiene los recursos para atacar la emergencia (subir la PGU y las pensiones para la clase media es muy caro), es inevitable que concurran en este esfuerzo los trabajadores formales que cotizan, pero ésta debe ser una solución temporal. Debe destinarse una fracción pequeña de la cotización adicional a ayudar a los jubilados y próximos a serlo con pocos ahorros, pero esa fracción debe ir decreciendo en el tiempo a medida que esas personas fallecen, de manera que en el largo plazo suban las pensiones de los aportantes. La solución correcta es inocular a la población con dos dosis. No le demos la razón a los grupos antivacunas.

Autor: Leonardo Hernández

 

 


Fuente: La Segunda, Página 9.

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Prensa Escrita

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Columna

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Pensiones
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Leonardo Hernández

Ing. Comercial y Magister UC. Master en Economía y Ph.D. en Economía Financiera U. de Columbia (EE.UU.). Profesor Asociado Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas UC.

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