8 de mayo del 2022
La técnica contraataca
Se ha complicado el futuro para los jóvenes chilenos. Al consumado costo de casi una década de estancamiento económico, se agregan ahora nuevos “tributos” que amenazan al grupo. Uno es el gravamen de un menor capital humano resultante del larguísimo cierre de establecimientos educacionales. Por otra parte, frente a la más alta inflación en 28 años (impuesto regresivo), el Central tuvo que subir la tasa de política a niveles no vistos desde 2008, elevando así el costo del crédito para la nueva generación. Y tarde o temprano el mismo grupo tendrá que financiar con mayores impuestos la montaña de deuda pública acumulada por el Estado. Difícil, ¿no? ¿Quiénes podrán ayudarlos?.
Pistas emergen del desarrollo de la Convención Constituyente. Y no me refiero al contenido del texto que se configura (cada vez más preocupante), sino a las lecciones de lo que no hay que hacer en instancias como estas.
Fue la misma madre del Presidente Boric quien dejó caer una clave en una reciente entrevista: “(hay) mucha gente buena que quiere hacer cosas buenas, ¡pero para hacer eso hay que saber! ”, agregando que “yo jamás me hubiese postulado (a la Convención), no se me habría ocurrido”. Es decir, si no tiene dedos para el piano, sea honesto y manténgase al margen. Como la señora Font, son muchas las voces que alertaron de que, para resolver el problema, las habilidades necesarias eran otras.
Sin embargo, la evidencia ha demostrado que no todos las escuchan. Por ejemplo, solo un aficionado mago intenta la ilusión de contribuir al debate constitucional desde la ducha. Claro, como un acto circense puntual puede ser simpático, pero en el largo debate de temas complejos todos reconocen que no aporta. Lo positivo es que este tipo de eventos hacen brillar más a las visiones expertas frente a su ausencia.
Ahora bien, hay que reconocer que en la escasez de lo técnico existe responsabilidad de los mismos expertos. Estos clavan ideas con precisión, lijan argumentos hasta alcanzar un acabado de calidad y barnizan los textos para protegerlos de los arañazos de los colegas. Trabajamos a lo carpintero. El riesgo es que, con opiniones sofisticadas, pero de temas tan específicos que solo valoran un puñado de pares, se suman papers mientras se pierde calle. Además, con esto se abandona un espacio de influencia que es ocupado por otros magos. Ellos, sin el rigor que brinda la evaluación objetiva del trabajo, ofrecen soluciones para todo sin reparar en las dificultades de nada. Por eso la responsabilidad del experto es doble: si se margina, da espacio a la fantasía.
Lo bueno es que dentro del complejo escenario que enfrenta la juventud, hay espacio para el optimismo. Con la economía y el debate constitucional al rojo vivo al mismo tiempo, la visión técnica puede pasar a la ofensiva. Esto no es automático. Requiere la reinvención de los expertos que, con ganas e innovación, pueden desplazar a los hábiles magos. La oportunidad existe. ¿Qué más motivante que, con ideas basadas en evidencia, se contribuya a disminuir el peso de los impuestos que caerán sobre las nuevas generaciones?
Si el técnico se margina, da espacio a la fantasía.
Fuente: El Mercurio - Cuerpo A, Página 3.
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ColumnapublicColaboración con Instituciones Internacionales
Universidad de MarylandIng. Comercial U. de Chile. Ph.D. en Economía U. de Chicago (EE.UU.). Associate Professor University of Maryland.
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