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La Economía Chilena en el mediano plazo: ¿continúa el frenazo?

23 de diciembre del 2014


El año 2014 fue muy decepcionante en materia de crecimiento económico. Y no termina bien. A pesar de que las proyecciones oficiales y varios analistas apuntaban a que este segundo semestre sería mejor, fundamentalmente por un efecto de baja base de comparación, las cifras han sido esquivas…muy esquivas. El frenazo de la inversión, motivado principalmente por la incertidumbre interna y por la certidumbre del importante cambio tributario, ha sido mucho mayor a lo esperado, incluso por aquellos que ya a mediados de 2013 advertíamos de los efectos adversos de la reforma tributaria. Lamentablemente el consumo ha empezado a resentirse paulatinamente, con cierto rezago respecto de la inversión. En este escenario vale la pena preguntarse si este escenario se debe a un natural ciclo económico o a algo más. En el caso de obedecer a un simple ciclo económico, el uso de política fiscal y política monetaria expansiva podría devolvernos a la tendencia de mediano plazo. Pero es difícil sostener que este sea un escenario cíclico. Más bien, la economía chilena está transitando hacia un nuevo equilibrio en que el crecimiento potencial de la economía –de no mediar un cambio importante en las políticas impulsadas por el ejecutivo-- estará probablemente en la parte baja del rango de 3% a 4% anual, muy por bajo lo que estábamos acostumbrados. Gran parte de este efecto se debe primero a los efectos de la reforma tributaria, pero también a la incertidumbre de otras reformas cuyo contenido exacto aún no se conoce (laboral, constitucional, código de aguas, entre otras); ellas harán que la inversión como porcentaje del PIB disminuya desde cerca de 25.3% del PIB en los últimos años a cerca de 23% en los próximos años. ¿Puede crecer, entonces, la economía chilena a tasas superiores al 3% el próximo año? Muy difícil. Estamos pasando por un reacomodo de la economía hacia tasas de crecimiento de mediano plazo más bajas y, tal como lo indicarían los libros de texto, este reacomodo requiere una desaceleración importante y --por tanto-- tasas de crecimiento menores al rango 3-4% de tendencia. Parte de esto ya ha ocurrido en 2014, pero el ajuste aún no está completo y se extenderá al menos al primer semestre del próximo año. Así lo sugieren los datos de importaciones de bienes de capital a noviembre de 2014 y las perspectivas de inversión que ha hecho públicas hace poco la Corporación de Bienes de Capital. Pero el problema no es sólo la inversión. Hay otro escenario de riesgo. Como hemos indicado, el consumo de las personas ha empezado a desacelerarse de forma importante en los últimos trimestres y probablemente lo siga haciendo y en todo caso se mantendrá débil por un buen tiempo. Parte de esto obedece a peores perspectivas de ingresos en el mediano plazo, pero también a la coyuntura del mercado laboral que ha empezado a resentirse desde mediados de 2014 y que seguirá resintiéndose en el transcurso del 2015. Efectivamente, por el momento la preocupación por el mercado laboral ha sido contrarrestada por la creación de empleos asalariados en el sector público y por empleos de cuenta propia, que han permitido absorber parte de la destrucción de empleos asalariados en el sector privado. Sin embargo, es difícil que el sector público pueda continuar con el mismo ritmo de creación de empleos públicos asalariados que ha mostrado en los últimos 8 meses (se han creado en promedio casi 9.000 empleos de este tipo, lo que contrasta con el promedio mensual de unos 1.900 en el gobierno anterior) lo que hará más visible el deterioro del mercado laboral al aumentar la tasa de desempleo. Esta mayor desaceleración del consumo es una segunda fuente de riesgo para la economía debido a que el retraso y la profundización de esta desaceleración pueden provocar un nuevo shock sobre las expectativas, que retroalimenten negativamente a la inversión. Hasta ahora el remedio para este verdadero frenazo económico recetado por las autoridades es el aumento de gasto público. Sin embargo, el impacto del sector público es bastante dudoso debido que su efecto es contrarrestado por el importante aumento en impuestos proyectados para el próximo año, que le restan impulso al sector privado. Por otro lado, hay fundadas dudas de la capacidad de ejecución del presupuesto fiscal, especialmente en su componente de gasto de capital. Los esfuerzos deben estar, entonces, en recuperar la inversión privada. Y la política monetaria algo puede hacer, pero es difícil argumentar que la inversión se dinamice al bajar las tasas en la medida que el freno a la inversión es el resultado de fuertes incertidumbres y de un brusco cambio en las políticas, que ejemplifica la reforma tributaria. Ya es hora de volver a poner en el centro de nuestras políticas públicas el crecimiento económico, no sólo por lo que ocurrirá el próximo año, sino que por los efectos de mediano plazo. Este es el motor de la creación de empleos, de las oportunidades, la recaudación fiscal y la inversión. El gobierno parece haberlo olvidado. Bien le haría a Chile que lo recordara. Por Felipe Larraín B. y Rodrigo Cerda N. Publicada en Diario La Segunda, Suplemento Proyecciones 2015, el 11 diciembre de 2014 CLAPES UC
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Felipe Larraín

Director del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales (Clapes UC). Doctor en Economía. Universidad de Harvard (EE.UU.). Ingeniero Comercial UC. Exministro de Hacienda. Profesor Titular Facultad de Economía y Administración UC.



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