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"El Presidente Piñera siempre estuvo presente en mis momentos más difíciles"

28 de febrero del 2024


"El Presidente Piñera siempre estuvo presente en mis momentos más difíciles"

Hernán de Solminihac:

"El Presidente Piñera siempre estuvo presente en mis momentos más difíciles"

El exministro de Obras Públicas y Minería, repasa sus años en el Gobierno y relata cómo ha seguido su vida tras la muerte de su mujer y el accidente que dejó a su hija postrada y con severo daño cerebral.

El 16 de febrero pasado Hernán de Solminihac iba viajando con su nieto Mateo, rumbo a su casa en la Región de los Ríos, cuando empezó a recibir una cantidad excesiva de mensajes en su celular. Al principio no le dio demasiada importancia, pero fue tanto que detuvo el auto a un costado de la carretera. Ahí se enteró de la muerte de Sebastián Piñera, el Presidente que lo convocó a su gobierno en 2010, como ministro de Obras Públicas.

"El trayecto siguiente fue muy triste y de muchos recuerdos", relata ahora el ingeniero, en medio de sus vacaciones.

El jueves 8 tomó el auto a Puerto Montt y se devolvió a Santiago en avión, para estar en el funeral de Estado el día siguiente. "En 2010, hice este mismo trayecto el 8 de febrero para ver al Presidente Piñera, que me quería entrevistar para ver si me nombraba como ministro; el 9 presentó a sus ministros. Catorce años después, yo hago el mismo camino, pero ahora para asistir a su funeral. No dejo de pensar en ello", añade.

El doctor en ingeniería, profesor titular de la Universidad Católica hace 42 años, es también presidente del Colegio de Ingenieros, vicepresidente de Cruzados y miembro del comité ejecutivo CLAPES UC .

"El trabajo que el Presidente Piñera hizo fue realmente espectacular y hoy se le está reconociendo. Le tocó muy difícil, en ambos gobiernos. A mí me escogió sin terremoto y asumí con terremoto", recuerda.

-Muchos ese día sintieron ese vértigo que da el entender que nadie tiene la vida asegurada, ni siquiera quien parece tenerlo todo.

-Yo eso lo tengo asumido, las cosas cambian en cualquier momento. Por eso no hay que dejar para mañana lo que tienes que hacer hoy. Y hay que vivir el camino y no solo esperar para celebrar la meta, porque la felicidad de llegar dura minutos. Te pones otra meta y se pasa. La cosa es disfrutar cada uno de los pasos

-¿Cómo fue ese encuentro con los exministros?

-Uno deja amistades muy fuertes. Recuerdo los difíciles momentos al partir y los gratos momentos de la labor realizada. Hablamos de cómo el Presidente nos llamó a muchos que no teníamos experiencia política, todo en pro del desarrollo país. Somos muchos los que estamos muy agradecidos.

-Ud. fue dos veces reconocido por la Universidad de Texas como uno de los mejores ingenieros que pasaron por dicha institución, precisamente por su labor post terremoto.

-Así es. Me reconoció el gobernador de Texas y recibí varios reconocimientos en Chile también. Eso gracias al trabajo de mucha gente, en Chile y el extranjero, y al liderazgo del Presidente Piñera. Esa gestión que nos inculcó, nos permitió sacar adelante el país en muy poco tiempo. Él tenía una forma de trabajar más potente que la de cualquiera. Yo soy una persona distinta después de salir del Gobierno. En tres meses tuvimos operativos el 90% de las obras dañadas en OO.PP. Un año después, habíamos alcanzado el 99%.

-¿Seguimos fallando en la planificación? ¿O resultan peores los tiempos de reacción? Lo estamos viendo tras los incendios en Valparaíso.

-Me gusta hablar de las oportunidades de mejora. No basta solo con planificar, sino que hay que implementar oportunamente. Ayudar a las personas afectadas, limpiar los lugares afectados, organizar la evacuación, el acceso a bomberos y la Conaf, cortafuegos, etc. Porque dado el cambio climático, cada vez va a ser peor. Es clave también que la institucionalidad opere por sí sola y no en función del Gobierno de turno, tanto en la emergencia como en la reconstrucción. Que tenga una funcionalidad estructural que permita responder de in- mediato y no ante una decisión política. 

-¿Cómo era este estilo del Presidente Piñera? ¿Su sentido del humor era muy importante?

-Era muy inteligente, con una mirada país realmente muy destacable. Muy eficiente. "Tenemos pocos recursos y hay que usarlos bien", decía siempre. De una memoria brutal. "¿Se acuerda ministro que yo le dije" tal cosa?. Chuta, ¡y yo ni me acordaba! (risas) Y eso que tengo muy buena memoria, y además ando con mi cuaderno tomando notas. A veces, costaba entender si estaba bromeando o no. Cuando había una dificultad, instalaba su punto de vista, pero después daba vuelta la página. El humor ayuda para realizar mejor el trabajo.

-¿Terminó bien su relación con el Presidente Piñera?

-Muy bien. Con él, con su familia. Él siempre estuvo presente en los momentos más difíciles para mí. Cuando murió mi señora, fue la primera persona que me llamó. Él era Presidente y yo estaba en la clínica. Me entregó su afecto y me ofreció su ayuda. Estuvo en el funeral, también para el accidente de mi hija y en los funerales de mi padre y de mi madre. Tenía un lado muy humano, muy sensible. Era muy preocupado por las personas, por eso yo le tenía un cariño especial.

"Mi señora murió de pena"

<<La vida golpea (a veces) demasiado fuerte» (Ediciones UC), se llama el relato autobiográfico que publicó, en mayo de 2023, para homenajear a su mujer, Alejandra Aranda, socia fundadora de Humanitas/Cornestone en Chile, su compañera durante 40 años, quien falleció el 26 de octubre de 2021.

"Mi señora murió de pena", dice él. Porque no pudo con el accidente que sufrió su hija Javiera -la mayor de cuatro hermanos, quien quedó en mayo de 2020 con daño cerebral severo y postrada a los 31 años, con cinco meses de embarazo y con un hijo de dos años.

-¿Este cambio en su vida comenzó con la muerte de su padre? El 3 de marzo de 2020, cuando inicia la pandemia.

-Primero fue la muerte de mi mamá, dos semanas después de que terminé mi tarea como ministro. El alzheimer es muy duro. Cuando muere mi papá fue complejo también, porque pasé a ser huérfano, pero es el ciclo de la vida. Él sobrevivió a un cáncer de páncreas, tuvo una vida plena. Después de su despedida nos juntamos con la familia a almorzar en mi casa y ese mismo día, Alejandra y mi hija Javiera me cuentan, riéndose, que viene una nieta en camino. Un momento muy feliz dentro de un día triste.

 -¿Cómo fue el día del accidente de Javiera?

-La pandemia fue un gatillante, porque nadie se atrevía a salir de sus casas. Javiera no se había sentido bien, pero tenía miedo de ir a la clínica. Esa mañana fue Felipe, su marido, el que me llama, porque le costaba respirar. Se había desmayado un par de veces. Yo corrí a buscarla para acompañar a su marido a la Urgencia. Después de varias horas nos explican que fue una trombosis la que bloqueó sus pulmones. La operaron y en medio de la cirugía sufrió varios infartos cardíacos. Ella hoy tiene un daño cerebral sobre el 90%. Eso no lo dimensionamos jamás.

-Ese mismo día le informan que muere su nieta.

—Ella muere en la operación. Cuando nos entregaron la guagüita, conversamos entre mi señora, mi yerno y yo, sobre qué hacer con sus restos. La decisión fue incinerarla, para que cuando se despertara Javiera ella decidiera qué hacer con Amelia. Estábamos así de seguros que Javiera iba a despertar.

-¿Ella habrá alcanzado a enterarse?

-Se lo contamos, pero no tenemos claridad si lo alcanzó a entender.

-Llama mucho la atención en su relato, la capacidad de respuesta que tiene. En la clínica incluso llora durante días de dolor y deja de llorar en el momento en que recibe la visita de su hijo Mateo.

-Yo lo he conversado con personas que han vivido en una situación parecida y me cuentan que perciben todo. No pueden expresarse, pero observan. Una mujer pasó seis meses así, y me decía que sentía y se calmaba cuando llegaban sus hijos. Por eso nosotros nos preocupamos mucho de que la vida de mi hija se parezca un poquito a la vida normal. La duchan, la visten, le ponen pijama, tiene su rutina.

-Después de 7 meses hospitalizada, Javiera volvió al hogar. Ustedes arrendaron la casa de al lado, hicieron toda una transformación para unirlas por dentro, y ahí se instaló ella junto a su familia.

-A mí a los seis meses, cuando se cumplió el plazo fatal que los médicos nos decían que teníamos que esperar para ver su posible recuperación, me vino una angustia gigante. Fui al psiquiatra, tomé remedios, no podía pasar ese dolor tan fuerte. Pero traté de no cortar mi vida, porque vivir en función del puro dolor es mucho más difícil. Es que siempre pensé en sacarla sana de la clínica, hasta que me di cuenta que tenía que irse de ahí al menos sin ninguna conexión, eso fue recién cuando le pudimos sacar la traqueotomía. Fue una coincidencia espectacular lo de la casa, porque así podemos estar con ella y su familia a diario. Ella tiene que tener una atención similar a una clínica en casa, necesita kinesiología, fono- audióloga, cuidados 24 horas al día, 7 días de la semana. Ha sido muy duro, pero bonito. Duro porque desgraciadamente no hay avances.

-Alejandra nunca se conformó ni con la actuación de los médicos ni con el diagnóstico y, al parecer, nunca quiso aceptar la condición en la que quedó su hija. ¿Esa fue la gran diferencia entre ustedes dos?

-Ella siempre pensó que pudieron haber hecho más para salvarla. Siempre pensó también que mi hija se iba a recuperar; ella vivía para eso. Trabajaban juntas, tenían una conexión muy fuerte. Hasta que hablamos con un médico de Estados Unidos, por zoom, Felipe, Alejandra y yo. Todos preguntamos mucho y ahí entendimos lo que ya nos habían explicado los médicos chilenos. Que el plazo máximo para que hubiera un cambio era de 6 meses. Ya no había cambio. Cortamos esa llamada y ella estaba muy mal, muy impactada. Perdió la esperanza y las ganas de vivir. El dolor fue tan grande, que falleció tres semanas después. No sé si existe médicamente el morir de pena, pero eso fue lo que le pasó.

Ese día para Alejandra fue normal, trabajó, fue de compras y por la noche fue a acostarse un rato con su hija. A hablarle y hacerle cariño, como siempre. Volvió al lado de Hernán y se quedó dormida viendo una película en su celular. Al día siguiente, amaneció sin signos vitales.

"Yo creo que murió en paz, no había síntomas de dolor. Lo impresionante fue el llanto de mi hija, esa noche a las 4 de la mañana. La persona que la cuida nos dice que ella comenzó a llorar y no paró hasta las 10 de la mañana, cuando su marido llegó a contarle que su mamá había fallecido. Es muy bonito y muy triste a la vez".

El mensaje de Giorgio Jackson

"Yo siempre digo que tengo dos dolores, el fallecimiento de mi señora y la enfermedad de mi hija. Y si bien la muerte es muy fuerte, es más fácil de superar, porque no hay vuelta atrás. Yo sigo adelante porque tengo cuatro hijos y mis nietos. Pero la enfermedad de mi hija, sin saber lo que pasará en el futuro, sin saber si ella se va a ir antes que yo, o yo antes que ella, es un dolor muy complicado. Es una pena permanente. Eso no lo he podido superar todavía", explica.

-Usted mismo reconoce en el libro que todo esto ha desafiado su mente ingeniera, puesto que se ha dedicado con convicción a todo tipo de terapias alternativas: reiki, imanes, acupuntura, sanación a distancia. Todo lo que provoque alivio en Javiera.

-No hay progreso, pero es increíble porque varias terapias le han hecho muy bien. Le quitan la pena, el dolor, incluso algunas infecciones. Hoy las TENS que la cuidan llaman directamente a una persona que trabaja con ella a distancia, porque está con espasmos, por ejemplo. Ella me dice que no puede hacer nada para que se sane, pero sin duda esto ha mejorado su calidad de vida.

-Usted es católico, pero después de todo lo que ha vivido, ¿ha estado en juego su fe?

-Un ratito no más. Es que siempre uno ve o escucha que estas cosas les pasan a otros. ¿Por qué iba a creer cuando le pasaba a otros e iba a dejar de creer cuando me pasó a mí? La vida es con altos y bajos. A mí la fe, la conversación con los sacerdotes, la misa, todo eso me ayuda y alienta a seguir.

-¿Cómo está su familia hoy?

-Muy bien mis hijos y sus familias. Y ahora también tengo una nieta adorable, Clara, de mi hijo menor. Y mi nieto Mateo que está por cumplir seis años, es muy querible. Él solo tiene recuerdos de su mamá así, en cama, que no interactúa mucho, ya que tenía solo 2 años cuando se enfermo. Si le preguntan, él explica que “le dio un infarto", pero sabe que no va a cambiar esa situación. Yo estoy muy orgulloso de él, de su papá y de mi hija, que hizo todo para estimularlo. Mientras pudo.

—¿Y el libro los ha cambiado mucho?

-Nunca pensé que iba a tener tanto interés el libro. Mucha gente me ha contactado y me ha hecho saber lo importante que ha sido para ellos. A algunos porque les permite valorar lo que tienen; otros, porque tienen grandes dolores y para ellos ha sido fundamental nuestra experiencia como familia.

-Entiendo que entre las personas que le hicieron llegar mensajes, está el exministro Giorgio Jackson, quien le escribió para decirle que él también creció con su padre en coma.

-Fue una grata sorpresa, porque él estudió ingeniería en la Católica, pero no lo conocí, porque entonces yo era ministro. El año pasado me vio en una entrevista y me mandó un mensaje. Me dijo que conoció a mi hija en la universidad y me contó la historia con su padre. Fue muy bonito. Porque para él fue muy importante tener a su papá presente a su lado, aunque no interactuara, durante 28 años. Cuando él y su hermana se titularon, recién ahí él falleció. Su papá los protegió hasta que tuvieron todas las herramientas para enfrentar la vida.

"Si bien la muerte es muy fuerte, es más fácil de superar, porque no hay vuelta atrás... la enfermedad de mi hija es un dolor muy complicado".

"Cuando murió mi señora, (Piñera) fue la primera persona que me llamó. Él era Presidente. Me entregó su afecto y me ofreció su ayuda".

 

Autor en mención: Hernán de Solminihac

Fuente: La Segunda, Página 18

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Hernán de Solminihac

Ing. Civil UC. MSc. y Ph.D. U. de Texas (EE.UU.). Exministro de Minería y Obras Públicas. Profesor Titular Facultad de Ingeniería UC

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