9 de julio del 2022
El lado financiero de la sostenibilidad
Finanzas verdes: una herramienta en construcción para enfrentar el cambio climático
Hacer frente a los efectos del calentamiento global no solo requiere conciencia ciudadana. También necesita inversiones que permitan a los países, empresas y personas estar mejor preparados para sus consecuencias y reducir su huella de carbono. Este nuevo mercado, cuyas reglas aún están siendo definidas a nivel internacional, es clave para movilizar esos fondos.
Para intentar contener el cambio climático y evitar sus peores consecuencias, hay que seguir dos caminos; reducir las emisiones de dióxido de carbono y adaptarse a los efectos que se están derivando irremediablemente del fenómeno. Lo primero implica, por ejemplo, migrar masivamente hacia energías menos contaminantes. Lo segundo se traduce en acciones que van desde proteger a las poblaciones costeras de las marejadas, reubicar cultivos o transformar productivamente a comunidades que perderán su fuente de ingresos por factores como la falta de nieve o de lluvias.
Para ambas cosas se requiere financiamiento. Y bastante.
Ante este escenario surgen las denominadas “finanzas verdes”, un concepto amplio que engloba a los mecanismos para costear medidas como las ya mencionadas.
Chile, uno de lo pioneros
En el caso de Chile, un estudio reciente del Banco Mundial estima que se requieren unos US$ 50 mil millones en inversiones públicas y privadas para alcanzar la carbono neutralidad al año 2050, que es la meta oficial del país.
“Como se necesita una transformación económica, y el 70% u 80% de los recursos para este cambio viene del sector privado, entonces el foco ha estado más fuerte en generar incentivos hacia dicho sector”, explica Trinidad Lecaros, gerenta sénior de Finanzas Sostenibles de Deloitte. “Es evidente que el mundo financiero cobra especial relevancia para posibilitar el cumplimiento de las metas ambientales, precisamente por la capacidad de movilizar recursos. Si bien aún queda camino, se está avanzando rápido, porque tenemos muy poco tiempo para hacer las transformaciones necesarias y frenar el aumento de la temperatura”, agrega Lecaros.
De hecho, en nuestro país, los privados fueron los primeros en recurrir a las “finanzas verdes” para inversiones de mitigación y adaptación al cambio climático. Un ejemplo son las emisiones de bonos verdes corporativos por parte de empresas de aguas para costear proyectos como el tratamiento de aguas residuales o sistemas para mantener el abastecimiento en caso de aluviones.
En 2019, el sector público debutó en las finanzas verdes. Desde entonces, el Ministerio de Hacienda ha emitido bonos verdes soberanos, para costear proyectos de transporte limpio, eficiencia energética, energías renovables, conservación de la biodiversidad y recursos marinos, gestión de recursos hídricos y edificios verdes. Estos fondos, de hecho, han sido claves para la cartera de proyectos verdes impulsados en el marco de la reactivación tras la pandemia.
“Chile ha sido pionero en las Américas, el primer país en emitir deuda con esta etiqueta”, destaca Luis Gonzales, coordinador económico de cambio climático, energía y medio ambiente de CLAPES UC. Los expertos coinciden en que han sido emisiones exitosas, debido a las bajas tasas de interés conseguidas.
“Los bonos del Ministerio de Hacienda no habrían obtenido una tasa tan baja si no hubiesen sido verdes. Eso desmitifica que la sostenibilidad es a costa de la rentabilidad”, destaca Lecaros.
También ha sido un ejemplo para otros países de la región. México y Colombia s han embarcado en procesos similares. Chile es hoy el segundo país que ha emitido más de estos bonos (considerando públicos y privados), solo superado por Brasil.
Reglas claras
La buena tasa también revela que hay muchos inversionistas globales buscando este tipo de activos verdes, Para Luis Gonzales, quien además es coautor del estudio del Banco Mundial sobre la experiencia de Chile en la emisión de bonos verdes soberanos, estos son una “herramienta muy poderosa para conseguir financiamiento, ya que hay mucha demanda y el mercado está premiando estas acciones”.
Pero no basta con decir que un proyecto es verde para que el financiamiento fluya hacia él, ya que los inversionistas están exigiendo cada vez más y mejor información por parte de las empresas.
Por ello, se vuelve relevante contar con mecanismos que aseguren que el dinero conseguido con estos bonos vaya efectivamente a proyectos de mitigación o adaptación al cambio climático y no a otro tipo de iniciativas. Y este ámbito aún no está consolidado a nivel global.
“Todavía hay mucho que avanzar y estandarizar y ese es justamente el gran desafío, porque lo que puede ser ambientalmente amigable para unos, para otros no lo es tanto”, asegura Gonzales. Y Lecaros complementa: “Actualmente, el mercado verde es autorregulado por lo que existe un alto riesgo de greenvashing, es decir, crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica con proyectos que dicen ser verdes, pero que en la realidad no lo son. Para reducir este riesgo, se están desarrollando a nivel mundial taxonomías verdes que permitan estandarizar qué actividades económicas califican como verdes y cuáles no”. En esta área, el Ministerio de Hacienda de Chile activó un comité para crear una taxonomía propia, lo que apunta a generar mayor transparencia, confianza y desarrollo del mercado verde, permitiendo que las inversiones estén alineadas con los objetivos climáticos adoptados por el país.
Para llegar a este hito, el trabajo del Ministerio de Hacienda comenzó hace tres años, convocando a la Mesa Público-Privada de Finanzas Verdes, que se mantiene vigente y que fue inicialmente encabezada por Lecaros, precisamente con el objetivo de ir reduciendo brechas de información y avanzar al ritmo que se requiere.
Entre sus conclusiones iniciales incluyó las bases para generar esta taxonomía, un acuerdo verde entre el mercado de capitales y las autoridades financieras y una declaración por parte de estas últimas sobre la relevancia del cambio climático y la estabilidad financiera.
La Mesa también planteó la necesidad de avanzar en institucionalidad, en promover este tipo de instrumentos y “enverdecer” el sistema financiero tradicional.
Para Lecaros, “el sector público tiene que generar incentivos, y por eso, por ejemplo, se formó esta mesa de finanzas verdes, porque existe una política climática fuerte en Chile, pero es necesario que eso se baje a quienes tienen que tomar las decisiones de inversión propiamente tal, más allá del Estado”.
En ese sentido, varias decisiones recientes de los reguladores financieros van marcando el camino. La Superintendencia de Pensiones está exigiendo a las AFP considerar factores sociales y ambientales en sus decisiones de inversión y en su matriz de riesgo y, por su parte, la Comisión para el Mercado Financiero publicó hace unos meses la Norma de Carácter General 461, que exige a sus regulados la divulgación de mayor información en materias de sostenibilidad. Y ya hay señales positivas: varios bancos e inversionistas han lanzado fondos bajos en carbono o productos financieros para apoyar proyectos sustentables de empresas y personas.
“Uno de los desafíos para las futuras emisiones de bonos verdes es que la cartera en las primeras emisiones ha estado bien cargada hacia mitigación. El desafío es utilizar el instrumento para hacer más adaptación y en eso hay una gran cartera de proyectos hídricos”, sostiene Gonzales. Otro reto es ampliar el espectro de transformación a toda la economía, “incorporando a las pymes y no solo a grandes empresas”, plantea Lecaros.
“Actualmente, el mercado verde es autorregulado, por lo que hay mucho riesgo de greenwashing, mostrar proyectos que dicen ser verdes, pero que en la realidad no lo son”. TRINIDAD LECAROS
Los bonos verdes soberanos son una herramienta muy poderosa para conseguir financiamiento, ya que hay mucha demanda y el mercado está premiando estas acciones”. LUIS GONZALES
La COP y las finanzas verdes
El tema financiero fue relevante en la COP26. No solo se lograron acuerdos concretos respecto a la salida de combustibles fósiles y prácticas dedeforestación, sino que también el compromiso de actores financieros relevantes a nivel global para imponerse metas para que sus inversiones vayan, progresivamente, apuntando hacia proyectos libres de carbono.
Hacia allá se dirige, por ejemplo, la iniciativa Glasgow Financial Alliance for Net Zero, que reúne a distintos grupos (como bancos, dueños y gestores de activos, aseguradoras y proveedores de servicios financieros), que juntos suman más de US$ 135 mil millones. “Tienen una meta de reducción de emisiones al 2030 de al menos un 50%, y todas sus inversiones tienen que estar 100% descarbonizadas al 2050”, explica Gonzalo Muñoz, High-Level Champion de la COP25.
La campaña Net Zero Asset Managers está imponiendo metas más altas. Hoy US$61.3 mil millones en activos gestionados por fondos de inversión están operando bajo la misma lógica”, destaca Muñoz, quien añade: “Cuando los dueños de los activos financieros toman este compromiso, informan a las empresas donde tienen invertido y dan la señal de que se tienen que sumar inmediatamente. Y eso, a su vez, significa que los proveedores de esas empresas también tienen que ser carbono neutrales. Esto ya está pasando hoy”
Fuente: El Mercurio - Cuerpo A, Página 10.
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Cambio ClimáticoLic. en Economía, UC Boliviana. Magíster en Macroeconomía Aplicada, UC y en Políticas Públicas, Universidad de Chicago.