La productividad de nuestra economía se hace cada vez más relevante. En un ambiente de bajo crecimiento y en que el capital contribuye cada vez menos por la dramática caída de la inversión, es preciso buscar nuevas fuentes de crecimiento. La productividad es la clave, y no sería la primera vez. En nuestra década dorada de crecimiento (1986-1997), el crecimiento promedio anual de la economía fue de 7,2%, del que la productividad aportó 3,3 puntos porcentuales; es decir, casi la mitad.
En ese contexto, lo primero que debe hacerse es tener medidas de productividad confiables que nos permitan saber dónde estamos y cómo estamos evolucionando. En ClapesUC, junto con ICARE, hemos empezado a publicar un índice de productividad trimestral y anual que apunta en ese sentido. Algunos opinan que no se debería medir la productividad en frecuencia trimestral, sino solo en base anual, porque la productividad sería demasiado volátil -tal vez la misma crítica se podría hacer a las estadísticas del PIB, empleo u otras de frecuencia trimestral-. Justamente la medida trimestral nos permite tener alguna idea en tiempo real de qué está pasando en la economía. De hecho, hay varios países que publican medidas de productividad laboral en frecuencia trimestral. Por ejemplo, en EE.UU., el Bureau of Labor Statistics reportó que en el tercer trimestre de 2015, la productividad laboral creció 2,2%. Esto nos informa acerca de lo que ocurrió hace muy poco. En cambio, si tuviéramos que esperar el dato anual, recién tendríamos ahora una medida de 2014, porque las estadísticas de crecimiento, inversión y empleo, entre otras, aún no se conocen para 2015 completo. Estos índices entregan información, pero esta no solo debe ser confiable, sino que también oportuna. Cuando la información se entrega con tanto retraso pierde parte de su valor. La OCDE también publica estadísticas de productividad media del empleo con frecuencia trimestral. Los últimos datos disponibles también son del tercer trimestre de 2015.
La Reserva Federal de San Francisco (Fernald, 2014) desarrolla metodologías para medir la productividad total de factores a nivel trimestral, algo conceptualmente similar a lo que hace el índice de ICARE-ClapesUC. Hasta hace un tiempo, el índice elaborado por la UAI también era de frecuencia trimestral, y reportó desde el primer trimestre de 2009 hasta el cuarto trimestre de 2013, cuando, dicho sea de paso, la productividad descendió 2,3%, caída superior a la reportada por nuestro índice ICARE-ClapesUC (1,8%). Ahora los autores de ese índice decidieron hacerlo únicamente de forma anual.
Pero no solo es importante medir oportunamente, sino también determinar qué medir. Aquí surge la duda de si debe hacerse para algunos sectores de la economía o para toda la economía, y, específicamente, si deberíamos excluir al sector minero de la medición. La respuesta es que depende de para lo que queramos nuestra medición de productividad. Si deseamos saber cómo está la productividad en el comercio para llevar una negociación salarial en ese sector, el índice sectorial será muy útil. Si se desea saber cómo está la productividad de la economía en su conjunto, es difícil excluir al sector minero, que aporta cerca del 50% de nuestras exportaciones y representa cerca del 11% del PIB. Es un sector muy relevante, y como los sectores productivos se interrelacionan, excluirlo sesga la realidad de la economía chilena. Por ejemplo, si la productividad está cayendo en la minería, seguramente se ajustarán los salarios, y puede provocar algo de desempleo en ese sector. Esto se traspasa al resto de la economía, porque esos trabajadores buscarán otras opciones -por ejemplo, en el sector construcción, eléctrico o de obras de ingeniería-, lo que afectará los salarios en esos otros sectores.
También hay distintas formas de medir la productividad, y en algunas de esas mediciones se realizan correcciones a datos de empleo o capital para evaluar la calidad de ellos y su intensidad de uso. En el caso del índice ICARE-ClapesUC, se realizan mediciones con y sin esos ajustes. Cuando se hacen ajustes por calidad de mercado laboral, tenemos cuatro categorías laborales (la UAI tiene 7), pero cuyos ajustes por calidad se actualizan trimestralmente a partir de los datos trimestrales de la base de empleo de la U. de Chile (mientras que la UAI ocupa datos de CASEN, que se actualizan cada dos años, y realiza interpolaciones entre medio). Además, nuestro índice hace ajustes en el uso del capital ocupando datos del IMCE, y en su calidad.
Al final, las noticias de los dos últimos años no son buenas. Cualquiera que sea la medida que se ocupe, los datos muestran caídas de productividad significativas en 2014 y 2015. Esto no debería sorprendernos. En un ambiente de bajo crecimiento y donde la medida de empleo del INE se ha mantenido resiliente, el ajuste corresponde a una caída de productividad. Es inescapable concluir que el empleo que se está creando es de menor productividad, algo que los datos laborales muestran claramente: el 38% de la creación total de empleo en el último año corresponde a trabajos por cuenta propia ejercidos en la calle.
*Columna publicada en El Mercurio.