6 de septiembre del 2025
Bancos centrales bajo presión por el deterioro fiscal a nivel global
Muchos países han creado instituciones autónomas para cumplir con funciones económicas imprescindibles, pero que deben estar al margen de los ciclos políticos. Esto es algo relativamente nuevo y se ha ido construyendo de apoco.
En el caso de los bancos centrales, ello ha sido fruto de un aprendizaje duro sobre los costos de mezclar consideraciones políticas en las decisiones de política monetaria. El problema radica en la tentación política de postergar ajustes complicados, lo que lleva a que la inflación se escape, se pierda la confianza en la moneda, para terminar en correcciones forzadas, mucho más dolorosas.
En Chile, el Banco Central fue creado en 1925, pero hace sólo 26 años entró en vigor su autonomía. Los resultados en el control de la inflación y en la prevención de crisis financieras han sido espectaculares, al punto de que ambos proyectos constitucionales (fracasados por otras razones) coincidieron en mantenerla. Ello ha sido posible por el compromiso y perseverancia de los directivos y el personal del Banco Central en todos estos años, así como por el respeto a la autonomía y al apoyo brindado por el Ejecutivo y el Congreso cuando se ha debido legislar sobre materias relacionadas con su mandato.
Estos éxitos se deben también a que, en paralelo, la institucionalidad y la política fiscal han brindado un enorme apoyo a esta tarea: a diferencia de lo ocurrido en el pasado, en los últimos 40 años el Fisco ha sido un contribuyente a la estabilidad económica y no una fuente de crisis.
Hoy los bancos centrales autónomos son la norma en el mundo, pero vemos con preocupación cómo en los países desarrollados el deterioro de las cuentas fiscales está llevando a crecientes presiones para que bajen las tasas de interés cuando el ciclo económico no lo justifica. Estados Unidos es el ejemplo más brutal, pero en Europa también están surgiendo presiones similares. De tener éxito estas tentativas, lo más probable es que, junto con empobrecer a la gente y dificultar las actividades económicas, a la larga hagan aún más caro el financiamiento de la deuda pública y, eventualmente, ocurran cambios traumáticos en los sistemas de pagos internacionales.
En Chile, la memoria de la inflación —recientemente refrescada por los retiros de fondos previsionales- respalda la importancia de la autonomía del Banco Central. Sin embargo, este apoyo se va a ver en riesgo si se agudiza el deterioro de las cuentas fiscales. En una economía que crece poco y donde el servicio de la deuda pública comienza a consumir muchos recursos, es probable que surjan voces pidiendo bajas en las tasas de interés.
Ello se ve agravado por voces que piden que los presupuestos se fijen en función de “necesidades sociales”, sin considerar las disponibilidades de recursos.
¿Por qué preocupa? Porque ignora un hecho básico que cualquier dueña de casa reconoce y que a los alumnos de economía se les inculca desde el primer año: las necesidades son infinitas, pero los recursos son limitados. Esta es la base de la ciencia económica: cómo priorizar y gestionar la escasez y es lo que justifica tener un presupuesto.
Este tema es de suma importancia hoy, porque Chile ya no cuenta con las holguras que tuvo en el pasado. Su deuda pública, que hace poco más de una década era menos del 10% del PIB, hoy supera el 40%, ubicándose al límite de su nivel prudente. Por otra parte, las proyecciones de la Dirección de Presupuestos muestran que las cuentas fiscales seguirán siendo deficitarias en los próximos años y que los compromisos de gasto superan a los ingresos proyectados.
El reciente informe del Consejo Fiscal Autónomo (del cual ahora soy miembro) señala que todavía hay ajustes pendientes para cumplir las metas de déficit definidas por decreto, debido a que los ingresos tributarios han sido menores a los proyectados.
La tarea de los ministros de Hacienda siempre es ingrata porque los recursos siempre son escasos en comparación con las necesidades. En Chile y América del Sur conocemos muy bien las consecuencias del voluntarismo que ignora los límites. Las tragedias recientes de Venezuela y otros países, así como nuestra historia, nos muestran que ese es un camino seguro al empobrecimiento y, eventualmente, a la pérdida de libertades que tanto cuesta recuperar.
Fuente: La Tercera, Página 7.
editMedio de publicación
Prensa EscritafaceTipo de contenido
ColumnastyleCategorías
MacroeconomíaIng. Comercial y Magíster en Economía U. de Chile y PhD en economía Universidad de Pennsylvania. Fue Director de Presupuestos, y miembro del Consejo y vice Presidente del Banco Central de Chile.