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Terminemos con la barbarie

30 de mayo del 2016


"Hace rato que la violencia intrafamiliar dejó de ser un problema doméstico. La eliminación de los bárbaros es responsabilidad de todos. Por eso, si escucha o ve algo, denuncie e intervenga. No hacerlo es también un acto de barbarie...".

"Hace rato que la violencia intrafamiliar dejó de ser un problema doméstico. La eliminación de los bárbaros es responsabilidad de todos. Por eso, si escucha o ve algo, denuncie e intervenga. No hacerlo es también un acto de barbarie...". Los brutales recientes crímenes domésticos en contra de mujeres son actos de total barbarie. Pero no nos engañemos, en Chile la violencia en contra del género femenino no es un fenómeno aislado: un 31,9% de las mujeres (15-65 años) declara haber sido víctima de violencia por algún familiar, pareja o ex pareja, alguna vez en su vida. Y si bien la cifra no está muy alejada del promedio mundial (35%), uno no puede sino preguntarse: ¿qué demonios pasa por la cabeza del que golpea a una mujer? Distintos factores psicológicos están asociados con el bárbaro comportamiento. Tanto los procesos de pensamiento destructivo del tipo "soy menos hombre si no controlo a mi pareja" como el convencimiento de que la felicidad del "patriarca" es responsabilidad del otro cónyuge, han sido identificados en la literatura como conductores de la violencia. Ambos, por cierto, son producto de la inferioridad, más que de la sensación de superioridad del victimario. Pero también existen factores culturales e históricos. Por de pronto, no olvidemos que nuestro Código Civil de 1857 indicaba que "la mujer no puede, sin autorización del marido, celebrar contrato alguno" o que "el marido debe protección a la mujer, y la mujer obediencia a su marido". ¡Tomó casi 150 años para que la Ley de Filiación (1998) rectificara la absurda discriminación! Y la religión ha hecho lo propio: "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos...porque el marido es cabeza de la mujer" (Efesios 5, 22-23). Por supuesto, el texto no fomenta la violencia, pero convengamos que entre bárbaros puede justificarla. Así, la combinación de distintos elementos explica la violencia, en todas sus formas, en contra de la mujer (¿no es el machismo un ejemplo?). Y los costos privados y sociales son altísimos. A modo de ejemplo, se estima que la violencia doméstica en Chile tiene un costo cercano al 2% del producto (Morrison y Orlando, 1999), y esto sin siquiera incluir todos los efectos sobre la salud de las víctimas y sus familias. Entonces, ¿cómo erradicar la barbarie? No es fácil. Los esfuerzos en el mundo no han sido exitosos en general. Incluso entre los países nórdicos, en donde la igualdad de género se inculca desde muy temprano, la violencia se mantiene (en Finlandia y Dinamarca más del 30% de las mujeres reportan haber sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja en algún momento). Es que las invisibles actitudes societales que aceptan y fomentan la agresividad de los hombres son difíciles de aniquilar. Por eso es precisamente allí, en la comunidad, donde es necesario actuar. Pues no es solo increíble la brutalidad de los actos, sino también el típico comentario del vecino: "y tan normal que se veía la pareja". ¡Por favor! Hace rato que la violencia intrafamiliar dejó de ser un problema doméstico. La eliminación de los bárbaros es responsabilidad de todos. Por eso, si escucha o ve algo, denuncie e intervenga. No hacerlo es también un acto de barbarie.    
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General

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Universidad de Maryland
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Sergio Urzúa

Ing. Comercial U. de Chile. Ph.D. en Economía U. de Chicago (EE.UU.). Associate Professor University of Maryland.

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