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Salida masiva de la fuerza laboral

30 de mayo del 2020


Los efectos de la pandemia han sido devastadores sobre nuestro mercado laboral. Si miramos el indicador más importante de la salud del mercado laboral que es el cambio en el empleo formal, observamos una destrucción anual de 408 mil puestos de trabajo de este tipo al trimestre febrero-abril 2020. Esto marca una profundización abrupta de este fenómeno, que si bien venía desde antes, era de magnitud mucho menor, reflejado en que en el reporte previo la disminución era de 97 mil.

A lo anterior se suma el desplome del empleo informal, con una destrucción de 272 mil trabajos de este tipo, con lo que este tipo de empleo deja de ser un factor amortiguador, como lo era hasta hace muy poco tiempo. La razón es que la paralización de actividades es generalizada, por ende, a diferencia de otras crisis, no es factible ejercer este tipo de empleos como alternativa ante la caída del empleo formal. Así, en total, la destrucción anual de empleo llegó a la exorbitante suma de 680 mil, una debacle muy profunda en muy corto tiempo si se considera que en el reporte previo el empleo aumentaba a un ritmo anual de 63 mil.

La tasa de desempleo por su parte, aumentó en 1,9 puntos en el último año, desde 7,1% a 9%, lo que es un incremento relevante. Sin embargo, es importante reconocer que la fuerza laboral se desplomó, con una disminución de 546 mil personas, lo que ha llevado a un retroceso de la tasa de participación muy fuerte, de 4,8 puntos porcentuales. Esto ha atenuado el efecto sobre el indicador de desempleo. La contrapartida es un incremento masivo de la población económicamente inactiva. Sin embargo, no son los inactivos de carácter habitual los que aumentan, sino que el segmento denominado “potencialmente activo”, que se incrementó a un ritmo anual de 998 mil personas, superando ampliamente los 696 mil del reporte previo y el alza de 471 mil de diciembre-febrero. Esto corresponde a personas que no buscaron empleo en las últimas 4 semanas, pero que estarían disponibles para trabajar de inmediato si hubieran encontrado un trabajo, o que sí buscaron empleo pero no están disponibles para trabajar de inmediato. En ambos casos se demuestra cierta intención de participar, por lo que se les considera como marginalmente vinculados a la fuerza laboral. Sin embargo, para ser clasificado como desocupado se deben cumplir ambos criterios simultáneamente, por lo que no son contabilizados como desempleados. Dentro de los potencialmente activos un grupo muy relevante son los desalentados, que son aquellos que reconocen explícitamente como razón para no haber buscado empleo que se cansaron de buscar o creen que no lo encontrarán pero estarían disponibles para trabajar de inmediato en caso de haber encontrado empleo. Este grupo ha mostrado un aumento explosivo, pasando de 63 mil a 143 en el último año, es decir, se ha más que duplicado.

En definitiva, las cifras son bastante claras en mostrar que muchas personas que están perdiendo el empleo no están pasando al status de desempleo sino que a la inactividad. Ello, porque en un contexto como el actual donde hay restricciones a la movilidad y las contrataciones están virtualmente paralizadas en la mayoría de los sectores, muchos saben que la búsqueda de empleo será infructuosa. Este es otro de los muchos defectos que tiene la tasa de desempleo como termómetro de la salud del mercado laboral, a diferencia de los indicadores de cambio en el empleo, que muestran directamente los puestos de trabajo destruidos producto de la crisis.

En definitiva, las cifras son realmente malas si se analizan indicadores más adecuados para monitorear la salud del mercado laboral que la tasa de desempleo. Esta última cifra puede incluso ser engañosa al hacer parecer que el deterioro no es tan abrupto debido a que muchas personas no están buscando activamente trabajo, pero no es porque no les interese o porque no valoren contar con un puesto de trabajo, sino que, dado el contexto, saben que sus esfuerzos serán infructuosos.

Los próximos indicadores mostrarán una profundización de estas tendencias y por ello, en este momento, el diálogo y las acciones concretas para el logro de un acuerdo nacional con miras a controlar los efectos de la pandemia en sus distintos ámbitos son especialmente urgentes. Lo que están sufriendo millones de compatriotas sencillamente no deja espacio a la mezquindad y la pequeñez política.

Juan Bravo Investigador de CLAPES UC Visualizar Columna en Fuente
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Juan Bravo

Ing. Comercial y Magíster en Economía UC.
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