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Reforma laboral: Conflictos y daño estructural

14 de marzo del 2016


"Debes perder una mosca para pescar una trucha", decía el poeta inglés George Herbert (1593-1633). Lamentablemente, la reforma laboral nos hará quedarnos sin trucha. Esta semana concluyó su tramitación en el Senado, con algunas modificaciones que serán revisadas en la Cámara de Diputados y luego -con alta probabilidad- pasarán a Comisión Mixta, la instancia final. Así, lo aprobado el jueves no es para nada definitivo. El riesgo de la negociación interempresa obligatoria para la pequeña, mediana y gran empresa sigue vigente. Si ello ocurriera, las empresas pasarían más tiempo negociando con sindicatos que produciendo bienes y servicios; tal vez distintos sindicatos peleando entre ellos por quién, qué y cómo negocia con la empresa; tal vez la gran parte de los temas laborales domiciliados en los tribunales de justicia. Y la ciudadanía entera sufrirá las consecuencias de paralizaciones, y de pérdida de empleos y bienestar. Chile está teniendo en estos años más huelgas ilegales conflictivas que legales pacíficas. ¿Por qué no aborda este proyecto las huelgas ilegales, sancionando a quienes las promueven y las ejercen, y explicitando que la negociación colectiva debe desarrollarse en forma pacífica? Si la falta de seguridad pública es una de las mayores preocupaciones de la ciudadanía, pareciera de sentido común que esta reforma exija negociaciones legales y pacíficas, que no afecten el orden público. Esto fue aprobado por el Senado, pero corre el mismo riesgo en los trámites que vienen. En un país que quiere más y mejor democracia, en un país que no quiere que unos pocos capturen el poder a costa de otros, en un país que no quiere concentración política, económica y de ningún tipo, y con ciudadanos que quieren ser escuchados, ¿por qué se insiste en el monopolio sindical? La negociación colectiva (ilegal) a fines del año pasado en el Registro Civil nos mostró los daños que causa a la ciudadanía (2,3 millones de personas) quedarse sin productos o servicios por largos períodos (39 días) durante un proceso de negociación colectiva. En este proyecto de ley no estamos hablando de huelga con reemplazo o sin reemplazo; estamos hablando de huelga versus paralización total. ¿Por qué se quiere cambiar el concepto de huelga por el de paralización total? Las "adecuaciones necesarias" aprobadas son un paso en la dirección correcta, pero también corren riesgo en las instancias que siguen. Hoy estamos llenos de preguntas de sentido común, sin respuestas por parte del Gobierno y de la Nueva Mayoría. Agregamos una: ¿cuál es el riesgo de la negociación interempresa obligatoria que tanta polémica causó su rechazo en el Senado? Y, ojo, que el rechazo de la obligatoriedad estuvo circunscrito solo al mundo de las pymes. La reforma laboral del Gobierno no aborda los riesgos que establece pasar de una negociación interempresa voluntaria a una obligatoria. El artículo 362 del proyecto de ley establece que "el sindicato interempresa podrá negociar conforme al procedimiento de negociación colectiva reglada en el Título IV de este Libro, con las modificaciones señaladas en este Capítulo. En este último caso, la empresa estará obligada a negociar". En la práctica se podrán formar sindicatos interempresas por actividad, por lugar geográfico, por rubro o por lo que a alguien se le ocurra más adelante; y la empresa estaría obligada a negociar con cada uno de ellos. En definitiva la empresa pasaría la mayor parte del año negociando con distintos sindicatos, dependiendo de la cantidad de sindicatos interempresas. Pareciera que en marzo las indicaciones a la reforma laboral no escucharon, no entendieron u olvidaron el anuncio de la Presidenta Bachelet (fines del 2015) que declaró 2016 como el año de la productividad. ¡Notable contrasentido! En el extremo podríamos pasar de empresas que producen bienes y servicios a empresas de negociaciones colectivas, lo que claramente no es perdurable en el tiempo. El lunes 7 de marzo la Conapyme -en carta entregada a la Presidenta- afirma que "tal como está el proyecto significa derechamente el cierre y muerte de pymes... y la pérdida de miles de empleos". ¿Cómo salimos de este gran riesgo de la negociación interempresa? En primer lugar, con coherencia. Si la justificación de una de las principales banderas de esta reforma laboral es la titularidad sindical, para impedir grupos de negociación y centrar la negociación de la empresa en el sindicato al igual que los beneficios de la misma, ¿cómo se explica que la casi exclusividad que se le da al sindicato de la empresa a través de la titularidad sindical se le quite a través del interempresa? Esto significa que al sindicato de la empresa le van a aparecer muchísimos otros negociadores, que en vez de grupos negociadores, ahora se llamarán sindicatos interempresas. En segundo lugar, con responsabilidad para no dañar el empleo, la productividad, la economía y la sociedad entera. Para lo anterior es crucial que la negociación interempresa sea voluntaria y no obligatoria para todas las empresas, independiente de su tamaño. No ser coherentes, no ser responsables con el bien común, nos llevará a una trampa estructural que dañará irreparablemente la competitividad de Chile. Los grupos de presión pueden pedir lo que quieran, pero el Gobierno y los legisladores deben trabajar para todos los chilenos.
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Felipe Larraín

Doctor en Economía. Universidad de Harvard (EE.UU.). Ingeniero Comercial UC. Exministro de Hacienda. Profesor Titular Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas UC.

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