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Progreso en vez de promesas

8 de agosto del 2016


América Latina ha experimentado una histórica caída en la desigualdad. A modo de ejemplo, entre el 2000 y 2012, el Gini cayó 5,7 puntos en Perú, 5,2 en Colombia y más de 4 en Chile (Banco Mundial). Avances notables, pero ¿qué los explica? Inicialmente, muchos asociaron el positivo fenómeno a la expansión de los sistemas de educación superior. La historia era plausible. En 1991 la matrícula en la región era del 17%, pero en el 2012 alcanzaba el 43% (en Chile se triplicó). Y la mayor cobertura, se supuso, transformaría a estudiantes vulnerables en prósperos profesionales, promoviendo una distribución de los ingresos más equitativa. Mayor cobertura, mayores ingresos, menor desigualdad en toda la región. Razonable, ¿no? Ojalá fuese así de simple. Pese a la simpleza de la explicación inicial, la evidencia no la respaldó. Primero, sabemos que la mayor cobertura no vino de la mano de mayor calidad, condición necesaria para asegurar movilidad social. Segundo, y más importante, la mayor cobertura, más que aumentar la rentabilidad de los títulos, la redujo. ¿No me cree? Anote: entre el 2000 y 2010, los salarios promedio de los graduados de educación superior en la región cayeron cerca de 10% respecto de los trabajadores con solo educación media (la caída en Chile fue de las mayores). ¿Qué ocurrió? Pues que a igual demanda, la mayor oferta de profesionales disminuyó sus salarios. Mala noticia, pero consistente con la caída en desigualdad. Dele una vuelta: Menores sueldos (relativos) de los trabajadores más educados podrían "comprimir" la distribución de los ingresos. Con todo, no era necesario renunciar a la premisa de que más educación superior implicaría menor desigualdad. Pero la historia no termina aquí. ¿Y si hubiesen sido los salarios de los trabajadores con educación secundaria los que aumentaron desproporcionadamente? De ser así, la caída de la desigualdad nada tendría que ver con el mayor acceso a educación superior. ¿Pero qué fenómeno económico de gran escala validaría tal explicación? Una pista: El superciclo de los commodities . Efectivamente, el evento significó una bonanza histórica en la región, aumentando los salarios de toda la población, pero particularmente la de los trabajadores menos calificados. ¡Eureka! Quizás no fue la educación superior, sino el crecimiento económico. Las implicancias del resultado deben ser bien registradas, pues el fin del superciclo dificultará prolongar la reducción de la desigualdad en América Latina. Y la situación será más compleja en países que, confiados en ingenuos instintos, apostaron por reformas equivocadas. Porque el aterrizaje forzoso de una inmensa mayoría de trabajadores que se benefició de un histórico e inesperado período de vacas gordas será la causa más probable de un eventual aumento de la desigualdad. Ellos demandarán mayor crecimiento, mayores salarios y menor desigualdad. Hay que tomárselo en serio. Menos promesas y más progreso. Columna publicada en El Mercurio.
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Columna

publicColaboración con Instituciones Internacionales

Universidad de Maryland
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Sergio Urzúa

Ing. Comercial U. de Chile. Ph.D. en Economía U. de Chicago (EE.UU.). Associate Professor University of Maryland.

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