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Petróleo, leche e iniciativa

29 de abril del 2020


El precio negativo del crudo en Cushing, Oklahoma, fue provocado por un entendible error de predicción generalizado. Partiendo por el principio, quienes compran crudo a futuro saben que, al llegar el plazo en que expira su contrato, deben elegir entre recibir el crudo físico, en cuyo caso deben almacenarlo, o pagar a alguien para que lo reciba. Los mercados futuros transan muchos barriles de petróleo, pero en contratos estandarizados que tienen una fecha de expiración única en cada mes.

El yerro se encuentra en que muchos inversionistas financieros en futuros de crudo no predijeron las cuarentenas, ni sus consecuencias: 1) que la demanda global por crudo disminuiría cerca de 30%, ni que 2), para fines de abril, esto coparía la capacidad de almacenamiento de crudo ya extraído, sea en Cushing o en otros lugares cercanos. El déficit de almacenamiento del día 21 pudo ser previsto antes, pero un grupo significativo de inversionistas no lo hizo hasta estar encima.

No es rápido construir nuevos almacenamientos. Requieren permisos ambientales que a su vez requieren estudios en terreno. El tiempo de construcción se mide en meses, no horas. En EEUU es una ofensa criminal botar el crudo en cualquier parte. Para los inversionistas fue inevitable equivocarse, porque las cuarentenas fueron súbitas y muchos contratos estaban suscritos con anticipación. En los próximos meses se recurrirá al único depósito barato y legal: el subsuelo. Es decir, se extraerá menos crudo de los pozos. Con todo, si fuera especialmente costoso ajustar la extracción de crudo a cero en pocos días, el déficit de almacenamiento se extendería a los contratos que vencen en mayo y junio.

Botar la leche fresca sí es legal y está ocurriendo en EEUU. Allá las cuarentenas disminuyeron la da por lácteos 15% en abril respecto alas estimaciones previas, según afirma la cooperativa Dairy Farmers of America (fuente: Miami Herald, 16 de abril). Esto ocurre porque los aumentos en compras de lácteos por los hogares no han compensado las disminuciones de compras por restaurantes, hoteles y otros. Cada día sobran entre 2,7 y 3,7 millones de galones de leche fresca en EEUU que no pueden quedar en las ubres de las vacas sin enfermarlas.

Los expertos informan que donar esa leche a los necesitados exigiría pasteurizarla con el fin de matar bacterias como la salmonella, empacarla y transportarla a destino, abriendo la pregunta de quién pagaría esos costos. La alternativa de llevar a los necesitados de visita a los campos a tomar la leche fresca al pie de la vaca presenta obstáculos peores: habría que transportarlos, protegerlos de infecciones con bostas y supervisar que no dañen instalaciones. ¿Quién pagaría al personal que haría ese trabajo? La opción de botar sobrantes impide que la leche fresca tenga precio negativo.

Los precios del petróleo y la leche ilustran la complejidad de las consecuencias no anticipadas que traen consigo las cuarentenas masivas, tanto voluntarias como impuestas, que intentan protegernos del virus. Más importante, creo, es que abren enormes oportunidades para hacer el bien. En Florida, el alcalde de la ciudad de Miami Lakes (condado de Miami-Dade) se ha unido a una coalición ciudadana para pagar el procesamiento de la leche sobrante y dirigirla a los más necesitados.También ahora, la iniciativa de las personas en todos los niveles, en clave colaborativa y constructiva, es la fuerza fundamental que debemos potenciar.

Salvador Valdés Investigador de CLAPES UC
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Economía Internacional
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Salvador Valdés

Ing. Civil UC. Ph.D. en Economía MIT.
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