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Salvar al peor ciego

30 de abril del 2021



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Salvar al peor ciego

*...una vez inoculado, el virus del populismo farandulero corre rauda y libremente dentro de cualquier conglomerado. En función de lo que sugieren algunas encuestas, la cosa parece color de hormiga, particularmente dentro de la izquierda chilena...”.

La entrada de Donald Trump a la carrera presidencial de los Estados Unidos es difícil de olvidar. Debate tras debate, comentario tras comentario, a punta de sobrenombres y pachotadas, cada uno de los contendores dentro de su misma coalición fueron quedando en el camino. Desde Jeb Bush hasta Ted Cruz, pasando por Marco Rubio, ninguno supo reaccionar en 2016. ¿El resultado? Millones atónitos vieron a Donald Trump ser elegido primero como el candidato del Partido Republicano y luego, Presidente por cuatro años.

La fórmula electoral del expresidente ha sido copiada en muchas partes del mundo, En Asia, Europa e incluso América Latina se observan imitadores que no solo han logrado plagiar la estrategia, sino que incluso mejorarla.
Estos han explotado ágilmente lo que Fukuyama identifica como fallas universales en el entendimiento de la dignidad humana, manipulando la compleja demanda por identidad que se mueve y evoluciona por las redes sociales y medios de comunicación.

Por supuesto, esto requiere un talento distinto, uno experto en farándula y marketing, más que en convicciones y evidencia. Y es que toda intervención debe ser bien pensada, cada frase maestramente diseñada y el enemigo del día (incluso a veces el mismo periodista que pregunta) bien seleccionado. Las cifras importan poco, total los ciclos informativos duran con suerte horas, por lo que hay que alimentar al público constantemente con lo que vende, ¿Hablar de crecimiento de largo plazo? ¿Salud de cuentas fiscales? Nada. Más réditos entrega la vertiginosa montaña rusa de cortísimo plazo.

En este nuevo modelo de hacer política, cómo ya sabemos, el establishment queda como pez fuera del agua. De hecho, cual presa herida dentro de un tanque de tiburones, la debilidad de sus miembros es aprovechada por los habilidosos innovadores.
Esto explica tanto la constante evolución de los métodos de neutralización (o derechamente cancelación) utilizados en contra de quienes están al otro lado del espectro político, como también nuevas estrategias de hipnotización utilizadas entre los vecinos propios. La indefensión de los adversarios, acostumbrados a competir con otras reglas, no debe sorprender tanto. Mal que mal, perder dentro delas posibilidades de política. Más interesante es analizar la lentitud de los tradicionales camaradas o compañeros. Estos y estas no se dan cuenta de que incluso sumando votos en una determinada elección al adherir al nuevo liderazgo, se están autopropinando tuna dura y a veces irreparable derrota en el largo plazo. Así la pasividad del político experimentado, residente del mismo sector, emerge como una de las señales más claras del éxito de la estrategia del matón de barrio.

Varias razones, todas cuestionables claro, explican tal situación. En primer lugar, el humano temor a transformarse en un objetivo de críticas y bullying desde el mismo lado que se cree representar. Con el sometimiento se busca, entonces, evadir el seguro y coordinado ataque del minuto, apostando a que eso evitará el ninguneo futuro, Lamentablemente, a la luz de lo que se conoce, tal apuesta falla. El nuevo líder carismático típicamente combina egolatría y utilitarismo: en las circunstancias correctas, terminará trapeando con su “correligionario” de todos modos.

Una segunda posibilidad es el ingenuo supuesto de que las cosas, eventualmente, decantarán. De este modo, ¿para qué meter los pies al barro? Peligrosa comodidad. La evidencia sugiere que sin darse cuenta pueden encontrarse con el barro hasta el cuello.

Tercero, el supuesto de que adhiriendo se podrán cambiar las cosas desde dentro. De nuevo, la revisión de lo que ha sido la experiencia mundial sugiere que tal supuesto es incluso más iluso que el anterior. La deriva ideológica del Partido Republicano —proceso que por cierto venía lanzado antes del 2016— es un claro ejemplo de esto.

Tenemos suficientes datos en el planeta como para saber que una vez inoculado, el virus del populismo farandulero corre rauda y libremente dentro de cualquier conglomerado. En función de lo que sugieren algunas encuestas, la cosa parece color de hormiga, particularmente dentro de la izquierda chilena. Pero quién sabe, quizás frente a la amenaza la solución dentro del sector emerja de sus mismos instintos de sobrevivencia. Pues convengamos que dentro de esa clase política existen Personas con sentido común y convicciones, que entienden lo que el país se está jugando. Gente que detecta los monumentales riesgos de experimentos irreflexivos, que sabe que no es fácil sacar el auto del barranco. ¿Cómo despabilarlos? Insistiendo en que no deben adherir pasivamente, sino desafiar temprana e inteligentemente los supuestos tras las impropias formas de los nuevos liderazgos. La cancha está abierta y la competencia dentro del sector puede ofrecer sorpresas. Ahí puede estar el milagro que le devuelva la vista a esos peores ciegos, aquellos que no quieren ver lo que está pasando.

 

Autor: Sergio Urzúa

 


Fuente: El Mercurio - Cuerpo A, Página 2.

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Columna

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Política

publicColaboración con Instituciones Internacionales

Universidad de Maryland
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Sergio Urzúa

Ing. Comercial U. de Chile. Ph.D. en Economía U. de Chicago (EE.UU.). Associate Professor University of Maryland.

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