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Reparto, ¿aumentarlo o reducirlo?

2 de agosto del 2016


Algunos afirman que el paso a capitalización iniciado en Chile en 1981 sería un “experimento que no funcionó”. Veamos. Pasar a capitalización consiste en destinar parte de las cotizaciones a incrementar fondos de pensiones, cuyos intereses benefician a los trabajadores, en vez de gastar todas las cotizaciones del mes en las pensiones del mes siguiente (reparto puro). El paso a capitalización parcial empezó en Estados Unidos en 1983 (su Trust Fund), en Australia en 1988, en Canadá en 1987, Suecia apuró desde 2000 y así otros. Chile también tiene capitalización parcial, porque el fisco financia nuestras pensiones básicas por reparto. Para medir si un paso a capitalización funcionó, hay que ver la diferencia entre la tasa de interés que beneficia a los trabajadores, y la tasa de crecimiento de la masa salarial que cotiza (el rendimiento sostenible del reparto). Acumulando entre 1981 y 2015, esta diferencia fue ampliamente positiva en Chile, y además fue mejor que en los países mencionados. Para los próximos 40 años se prevé que esta diferencia siga siendo positiva, porque la caída de la fertilidad chilena y el estancamiento de nuestra productividad laboral, auguran que la masa salarial que cotiza disminuirá. Esto explica que Mercer Melbourne califique a la política chilena de pensiones como la 8ª mejor del mundo. ¿Entonces el reparto es siempre malo? No. Al terminar la segunda guerra en Europa, la clase media de 60 años o más había perdido todos sus ahorros y se enfrentaba al hambre, pues ya no podía trabajar. La tercera edad era allí mucho más pobre que los de 20 a 59 años. La respuesta fue crear una pensión básica amplia financiada con impuestos al empleo de quienes tenían 20 a 59 años en 1945. Para reducir la carga sobre éstos, se continuó el pago de esa pensión cuando ellos fueron viejos, con cargo a los niños de 1945 ya crecidos, y así a las siguientes generaciones. Fue una salida justa. En Chile, la realidad es muy distinta: la actual tercera edad chilena es el grupo de edad de menor tasa de pobreza. Pero, ¿cómo esa menor pobreza, si las pensiones son bajas? Porque la tercera edad recibe recursos adicionales a las pensiones: subsidios estatales diferentes de pensión (salud, transporte, otros), transferencias privadas (del cónyuge, de los hijos), consumir ahorros de la fase activa (vender vivienda y cambiarse a una menor, vender parcela agrícola), y porque evitan pagar arriendo porque poseen vivienda o traen familiares a la vivienda a cambio de que paguen el gas y la comida. Segundo, se explica porque las estadísticas de la Superintendencia no muestran el nivel de vida de la tercera edad, siendo que el INE tiene los datos. Tampoco informa la pensión promedio en capitalización, de quienes cumplen los requisitos de la ex-Caja Seguro Social para tener pensión: 15,4 años los hombres y 10 años las mujeres. Este es el conjunto que tiene un nivel de lagunas similar a los pensionados del sistema antiguo, lo que permitiría comparar correctamente las pensiones medias y medianas. ¿Y por qué hay pensiones de $ 1.500 al mes en el sistema de capitalización? Porque el Congreso decidió en 2008 no brindar el aporte solidario si la persona no residió en Chile al menos 20 años, si no tiene 65 años, y si no reside en un hogar perteneciente al 60% más vulnerable. Razonable. La falta de legitimidad de algunas AFP viene de otro lado. Si las autoridades extendieran la licitación a los afiliados antiguos, el “negocio de las AFP” pasaría a tener una rentabilidad normal, igual que las empresas que nos dan agua potable. Esta y otras falencias tienen solución. Columna publicada en La Tercera.
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Pensiones
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Salvador Valdés

Ing. Civil UC. Ph.D. en Economía MIT.
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