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Longevidad y Tontinas

18 de abril del 2017


La tontina deriva su nombre de Lorenzo de Tonti, un banquero italiano que vivió una parte de su vida en Francia, y que alrededor del año 1650 propuso al cardenal Mazarino este ingenioso vehículo financiero. En su versión más simple la tontina funciona de la siguiente manera: un grupo grande de aportantes, idealmente todos de la misma edad y con expectativas de vidas similares, deciden contribuir en forma periódica a un fondo de inversión. A partir de una fecha futura pre-establecida los aportantes empiezan a recibir distribuciones periódicas de este fondo (una especie de pensión). A medida que los participantes van muriendo, dado que los beneficios de este fondo no son heredables, los fondos restantes se van distribuyendo entre los sobrevivientes, es decir, un número cada vez menor de personas. Finalmente, el último sobreviviente recibe el saldo final acumulado. Este esquema, bien estructurado, constituye una especie de seguro de longevidad. Las tontinas tuvieron cierto grado de popularidad en el siglo 17 y 18. Por ejemplo, el año 1693 el gobierno británico estructuró una tontina para solventar los gastos de su guerra con Francia. Y Alexander Hamilton--el primer ministro de hacienda de Estados Unidos--intentó usar una tontina para pagar parte de la deuda norteamericana como resultado de la guerra de la independencia. Sin embargo, las tontinas fueron cayendo progresivamente en descrédito a partir del siglo 20. De hecho, en 1906 fueron prohibidas en Estados Unidos. La reputación negativa que fueron adquiriendo las tontinas no tuvo que ver con un problema conceptual con el esquema, sino más bien con problemas operativos que hoy día podrían ser fácilmente superados. El primero tuvo que ver con deshonestidad en la administración de los fondos (un asunto que los mecanismos de fideicomiso y custodia han resuelto en forma satisfactoria para todos los vehículos de inversión). El segundo--tal vez un poco mórbido--decía relación con un conflicto de interés: la motivación que podían tener los participantes para asesinar a los demás miembros del grupo. Este problema, si bien existen hoy fuertes disuasivos para mitigar estas conductas, se puede superar manteniendo el anonimato de los participantes. En resumen, no existen hoy impedimentos prácticos para estructurar una tontina que pueda funcionar bien. Estos antecedentes inspiraron algunas obras literarias. Robert Louis Stevenson (el mismo de la Isla del Tesoro y Dr. Jekyll y Mr. Hyde) escribió junto con Lloyd Osbourne, The Wrong Box, una novela satírica que relata la historia de los dos últimos sobrevivientes de una tontina. Hay una película (1966) del mismo nombre, con Michael Caine, Ralph Richardson y Dudley Moore, basada en esta obra. Una versión más simple de la tontina antes descrita, y que evita el riesgo de inversión (manejo de la cartera de activos acumulados) se puede estructurar con un bono tipo cero, esto es, un bono que hace un solo pago. En este caso, un grupo de personas (idealmente jóvenes) hacen un aporte a un fondo que compra un cero con una fecha de vencimiento varios años más adelante. El día del vencimiento los sobrevivientes se reparten el único pago. Las tontinas más complejas--lo que hoy día se describiría como productos derivados altamente especulativos--se estructuraron en Ginebra a fines del siglo 18. En estos casos de usaban como "activo referencial o subyacente" las vidas de un grupo pre-seleccionado de personas. Los especuladores, asesorados por médicos y tablas de mortalidad, trataban de identificar a aquellas familias que supuestamente era más probable que tuvieran miembros longevos. En síntesis, dejando de lado las aprensiones que algunas personas puedan tener frente a lo que consideran (en mi opinión en forma errada) un producto de mal gusto, y las restricciones legales que existen en ciertos países, lo concreto es que una tontina bien estructurada es un seguro efectivo para la longevidad. Estos últimos años varias publicaciones académicas bien reputadas han tratado el tema de las tontinas (University of Pennsylvania Law Review, Fordahm Journal of Corporate & Financial Law, Journal of Public Economics, National Bureau of Economic Research, etc.) En Chile hace falta un debate sobre este tema. Columna publicada en El Mercurio.
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General

publicColaboración con Instituciones o Centros UC

Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales, CLAPES UC
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Arturo Cifuentes

Ing. Civil, U. de Chile; Ph.D. en Mecánica Aplicada, Caltech; MBA en Finanzas, NYU https://arturocifuentes.com
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