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Destrucción de empleos y desempleo no son lo mismo

4 de agosto del 2020


Aunque intuitivamente la opinión pública suele asociar el perder el empleo a estar desempleado, desde el punto de vista de la medición oficial ambas cosas pueden ser muy diferentes. Y durante la actual crisis económica esas diferencias se han exacerbado considerablemente respecto a lo que ocurre en circunstancias normales.

¿Cómo se explica esta situación que desafía la intuición? Desde el punto de vista de la medición estadística, la encuesta oficial busca clasificar a la población en edad de trabajar (definida como las personas de 15 años o más) en 3 grandes grupos: ocupados, desocupados e inactivos. En primer lugar, la encuesta realiza una serie de preguntas para establecer si la persona está ocupada o no. En caso de que la persona no esté ocupada entonces se procede a establecer si la persona está desocupada. Para ello, esa persona no ocupada debe cumplir 2 requisitos simultáneamente: haber buscado empleo activamente en las últimas 4 semanas y estar disponible para trabajar de inmediato. Basta con que no se cumpla uno de esos 2 requisitos para que sea clasificada como inactiva. Tanto los ocupados como los desocupados se consideran parte de la fuerza laboral, mientras que los inactivos están fuera de la fuerza laboral. La tasa de desempleo (o tasa de desocupación) se calcula como el porcentaje que representan los desocupados de toda la fuerza laboral.

Al ser esta una crisis sanitaria, la mayoría de quienes han perdido su trabajo no están buscando trabajo, pero no lo hacen no porque no les interese trabajar, sino que porque dadas las circunstancias saben que no encontrarán un trabajo, no pueden ir a entrevistas de trabajo, están respetando las cuarentenas, no se quieren contagiar, etc. Las cifras al respecto son clarísimas: al trimestre abril-junio 2020 la destrucción anual de empleos se empinó hasta los 1.780.220 puestos de trabajo, mientras que el número de desempleados en ese mismo lapso aumentó en solo 299.056. Es decir, el aumento de desocupados equivale a solo el 16,8% de la destrucción de empleo. Así, es claro que perder el empleo no está siendo sinónimo de desempleo para la gran mayoría, al menos desde el punto de vista de las estadísticas oficiales. La contrapartida de lo anterior es una explosión de los inactivos. Esta es la razón fundamental de por qué la tasa de desempleo nos entrega una foto totalmente distorsionada de la realidad. Así, este indicador sencillamente no permite medir en forma adecuada el deterioro en el estado de salud del mercado laboral producto de la pandemia.

La conclusión es que para examinar apropiadamente el estado de salud del mercado laboral lo que debemos estar monitoreando es la pérdida de empleos. A pesar de que la tasa de desempleo es el indicador que por costumbre y tradición se ha analizado en Chile como indicador primario del mercado laboral, esto no lo hace ser el mejor en las actuales circunstancias. Ahí hay un rol relevante tanto para la institución oficial –el INE– como para las autoridades y los medios de comunicación, en relevar a la creación/destrucción de empleo y su composición como elementos centrales para el correcto análisis laboral.

Juan Bravo Investigador de CLAPES UC Visualizar Columna en Fuente
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Juan Bravo

Ing. Comercial y Magíster en Economía UC.
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