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Medicamentos caros y con nombre de fantasía

12 de diciembre del 2019


La mitad de las ventas anuales (valor) de medicamentos en Chile son remedios “similares”, copias de remedios “innovadores” (los que tienen o han tenido protección de una patente), que se venden con marca comercial (nombre de fantasía). Los innovadores son 40% de las ventas. El otro 10% son copias de innovadores que se venden sin marca comercial (“genéricos”, a secas). En el tratamiento de colesterol elevado, existe el genérico Atorvastatina (cuesta entre $2000-$3000). Un remedio “similar” es Lowden (vale 10 veces más que el genérico); el innovador es Lipidor (cuesta más del doble que Lowden). El problema de los elevados precios de las medicinas en Chile se concentra en los innovadores y similares. Veamos el caso de los últimos. En países desarrollados los medicamentos similares apenas existen. Estos sólo tienen valor cuando existen deficiencias regulatorias en el registro público, importación y fiscalización de las medicinas disponibles, o en la certificación de bioequivalencia (genéricos que han certificado tal condición). En USA, luego de 6-8 años desde la introducción (1984) de regulación pro-genéricos, éstos representaban más del 40% del mercado. El resto eran, en lo grueso, remedios innovadores. Hay consenso en Chile que es prioritario seguir mejorando problemas en el sistema registral e importación de medicamentos y en la certificación de bioequivalencia. Acercarnos en esto al mundo desarrollado requiere tiempo. En el intertanto, deficiencias regulatorias crean oportunidades distorsionadas de mercado, que explican parte de los elevados precios de los remedios. Por ejemplo, los remedios similares no están obligados a certificar su calidad a través de pruebas de bioequivalencia. Les basta informar su supuesta equivalencia de principio activo, lo que no implica bioequivalencia. No extraña que tras la ley Fármacos I (2014), que introdujo nuevas exigencias de bioequivalencia, varios genéricos fueron retirados del mercado por los propios laboratorios proveedores, siendo reemplazados por productos similares (de mayor precio) de esos mismos Labs.
Demoras y vacíos regulatorios en la entrada, registro, importación y certificación de bioequivalencia de genéricos favorecen el mercado de similares. Próximo a que expire la patente de un innovador, laboratorios (con frecuencia nacionales) introducen el mismo remedio pero con una marca distinta, vendiéndolo a menor precio que el innovador aunque más caro que el genérico. Buscan crear lealtad de marca entre médicos y consumidores, anticipando la entrada de nuevos genéricos. Esto protege las rentas de los laboratorios, a costa del consumidor. La creación de marcas comerciales en la industria farma es un negocio caro. A nivel mundial la industria gasta al año el doble en marketing y promoción de medicamentos, que en innovación y desarrollo de nuevas medicinas; 20% de las ventas de la industria se destinan a marketing y promoción. De esto, la mitad equivale a visitas de representantes de laboratorios a médicos y financiamientos dados a los médicos (asistencia a congresos y otros). Si bien otras industrias también gastan fuerte en marketing, en remedios similares lo sustantivo de ese gasto pierde su valor cuando la regulación sectorial funciona de forma eficiente. Mientras se perfecciona la regulación, ¿qué otras medidas ayudarían –a más corto plazo—a enfrentar los esfuerzos de los laboratorios para influir en que los médicos nos receten medicamentos similares caros? Algunas sugerencias:
  • Para el Estado: exigir que los médicos receten por principio activo (DCI), no por nombre de fantasía, cuando exista alternativa genérica bioequivalente. Gradualidad aquí es importante; 2/3 de los medicamentos innovadores en venta en Chile aun no tienen alternativa bioequivalente. Además, los médicos debieran recetar a través de una plataforma online única (centralizada), accesible por todos los actores autorizados para expender medicamentos. Así funcionan las recetas médicas en España.
  • Para clínicas y hospitales: exigir que los representantes de laboratorios informen, sobre nuevas medicinas, en sesiones colectivas por institución; no a través de visitas a médicos individuales.
  • Para médicos y pacientes: presionar para que surjan mecanismos, con información pública verificable, a través de los cuales se sepa qué médicos adscriben a un código ético voluntario de no aceptar visitas personales de representantes de laboratorios y a explicitar todos los apoyos recibidos desde laboratorios.
 
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Salud
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Julio Peña Torres

Ing. Comercial y Magister UC; MSc en Desarrollo Económico U. de Oxford; PhD en Economía, U. de Londres.
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